Son muchas las madres que después de tener un bebé se sienten solas, no sienten el apoyo de su compañero si es que lo hay, sienten que están a años luz de lo que él pueda sentir, especialmente en casos de parejas heterosexuales.
Hay una respuesta en todo esto: el cerebro cambia y generamos un nivel de oxitocina muy semejante al de estar enamoradas. Nuestro cuerpo ha cambiado durante nueve meses + los que llevamos de postparto, pero también lo ha hecho nuestra mente.
Los cambios físicos y emocionales del puerperio nos pueden llevar a sentirnos decaídas, con ganas de llorar. También puedes sentir fatiga, ansiedad, irritabilidad y miedos muy profundos. Poco a poco estas sensaciones, llamadas Baby blues, puede que vayan desapareciendo. Pero también puede que no.
Según la OMS se estima que entre un 50-85% de las madres sufren el llamado Baby Blues, la cifra aumenta significativamente en contextos sociales y económicos más desfavorecidos, pero también si no hay una red de apoyo entre iguales. Se calcula que un 20% padecerán depresión postnatal. Y sí, es importante pedir ayuda, es fundamental tener sostén.
Y puede que estés rodeada de gente y aún así te sientas sola. Porque una vez nace la criatura en esta sociedad la madre suele ser «la de menos». ¿Cuántas veces habremos escuchado: lo importante es que el bebé está bien? Ya, ¿Y la madre? ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? ¿Qué necesita?
Ninguna madre debería pasar por eso sola. Hay alguien igual que tú paseando un carrito o porteando a su bebé en soledad a la otra esquina de la calle. Ser sororas en momentos de máxima vulnerabilidad como es el momento después de tener un bebé nos hace más fuertes. Nos protege a nosotras y a nuestras criaturas.
No. No eres la única que estás sintiendo algo así. Por eso si te reflejas en estas palabras expresa lo que sientes, pide ayuda, busca un espacio seguro que te arrope, que abrace tus emociones sin juzgarlas.