Tengo que confesar que los dos años es una de las etapas que más me enternece. Contrariamente a lo que la mayoría de los mortales creen es una de las etapas que si conoces bien puedes vivir de forma plena. Es un momento en el que te imitan en las tareas domésticas, en la que si les das un trapo querrán dejarlo todo brillante y sin rechistar. Querrán acompañarte en la cocina, y sí, también puede que lo quieran decidir todo, hacerlo solos y decirte un «no» a todo.
Es una etapa en la que necesitan rutinas y límites visibles. Agradecerán saber qué vendrá a continuación. Querrán ver los días que se duchan en una pizarra, saber cuándo se acaba su momento de juego o cuándo vendrán los abuelos de visita. ¿Y qué pasa cuando no tienen todo eso? Pues que se enfadan.
Y ahora te lo harán saber. Puede que empiecen los gritos, las rabietas, los llantos. Y lo harán para expresarnos su malestar, y no nos tiene que incomodar acompañarlo desde la presencia. Es una forma de expresar sus emociones que no debemos ignorar. No lo hacen para molestar, tampoco para llamar la atención. Muchas veces actúan de esta forma porque no saben poner palabras a cómo se sienten.
Acompañar pacientemente el berrinche, validar la emoción y ofrecer una alternativa es una posible solución. «Tenemos que devolver la pala a Paula porque Paula se va. Estás enfadado. El próximo día traeremos la nuestra», podría ser un ejemplo de enfado típico.
Y en esta época no entenderán qué significa compartir. Es una etapa muy egocéntrica, que a la vez puede coincidir con la llegada de un hermanito o hermanita, por lo que los celos estarán al orden del día.
En este momento la criatura se encuentra en una fase de preparación para la maduración, de poda sináptica que se llama. Los árboles en otoño también pierden sus hojas para prepararse para el frío, y también, de vez en cuando les convienen podas para crecer sanos y fuertes. Pues al cerebro le sucede algo similar.
Reafirman su identidad y su personalidad mediante el «NO». Muchos padres y madres creen que su hijo no quiere nada, que se comporta como un niño consentido, se sienten que le dan todo y lo rechaza todo, y lo que no saben es que forma parte del proceso. No querrán el desayuno que les has preparado, si le echas cereales a la leche se enfadarán porque le has echado cereales a la leche y si no lo has hecho se enfadarán porque no lo has hecho, por lo que dar a elegir entre dos opciones será clave para conservar tu salud mental.
Se trata de una etapa de descubierta, y también de emociones puras, por lo que conocerlas, ponerles nombre, trabajarlas en casa, poner ejemplos de cuándo sentimos cada emoción les dará herramientas para gestionar cómo se sienten.
Poner límites con sentido cobrará más fuerza que nunca. Entenderle y ofrecerles tu amor también.